lunes, 19 de marzo de 2012

Hornos de Cal

A lo largo y ancho del Valle del Sarrón nos encontramos con tres construcciones de este tipo nada fáciles de identificar y encontrar. Se trata de pequeños hornos de cal que antaño sirvieron a los pueblos de la redolada para distintas funciones siendo las más comunes como uso de mortero o argamasa y como blanqueador de fachadas y estancias tanto para interior como exterior, debido a su capacidad de endurecerse al entrar en contacto con el aire durante el secado del mortero.
En estas simples construcciones se fabricaba cal viva a partir de la calcinación de roca caliza según la siguiente fórmula química:
CaCO3 + calor --> CO2 + CaO

Tras la obtención de cal viva se mezclaba con agua para obtener cal apagada o hidratada, la cual se mezclaba con arena y agua consiguiendo mortero que al secarse recuperaba el CO2 de la atmósfera convirtiéndose de nuevo en caliza adquiriendo así dureza y resistencia.

CaO + H2O --> Ca(OH)2 + calor
Ca(OH)2 + CO2 --> CaCO3 + H2O

Como ya se ha señalado en otras entradas, los hornos se encuentran: uno en el Valle de Aguilaníu y los otros dos a escasos metros del molino de Aler, muy cerca de la carretera vieja de Benabarre entre Torres del Obispo y Aler. Se trata de dos tipos de hornos bastante distintos sobre todo en su tamaño.

La caliza se extraía de alguna pequeña cantera que por lo general se encontraba cerca del propio horno para así evitar gastos en el transporte de la roca. Por lo que era la presencia de roca caliza lo condicionaba la situación del horno. En el caso de los de Aler, la cantera se encuentra a escasos 50 metros al W, en unos depósitos de edad cuaternaria formados en un ambiente de cascada (presa-represamiento) en la que precipitaban carbonatos dando lugar a lo que se conoce como tobas; todavía hoy se puede observar algún fósil vegetal. Mientras, en el de Aguinalíu, es muy probable que la cantera se encontrase, también a escasos metros del horno, bajo la pared de calizas que se alza detrás del horno, estás más antiguas y de mayor dureza. Los hornos se encuentran excavados en el suelo por lo general arcilloso; los de Aler no superan los dos metros y medio de altura por dos de radio, mientras que el de Aguilaníu alcanzaría en su origen los siete metros de alto por dos de ancho.

Antigua cantera para los hornos de Aler

Un horno de este tipo consta de: una cámara de combustión, de forma cilíndrica y que es la que se rellena con rocas de caliza. Solía estar revestida por arcilla para soportar las altas temperaturas y que las pareces no se fueran degradando. Culminado el montón de roca se colocaban cantos de menor tamaño que dificultaban la salida del calor; una boquera, que conectaba la cámara de combustión con el exterior para la entrada de aire usada en el encendido y por donde el calero (persona encargada de llevar el horno) introducía la leña para mantener un fuego constante. Una bóveda, que podía ser falsa o no. La primera nos la encontraríamos en los hornos de Aler, se trata de un bóveda que se construía cada vez que se producía cal y las piedras que la conformaban se destinaban también para hacer cal cuya función era la de crear una cámara donde mantener el fuego activo y soportar todo el peso de las rocas suprayacentes. El segundo tipo de bóveda es el que nos encontramos en el horno de Aguilaníu, se trata de una bóveda fija hecha de un material resistente a las altas temperaturas cuya función era la misma que la del tipo uno pero esta no se desmontaba cada vez que se hacía una nueva hornada. Además sobre esta bóveda del horno de Aguilaníu, parece conservare una especie de chapa metálica que la cubriría, lo que posiblemente facilitaría ese mejor reparto de calor por toda la cámara de combustión, así como evitar la pérdida de calor. Las bóvedas debían construirse no sólo para soportar el peso de las rocas a calcinar, sino también de tal forma que permitieran ceder el calor y llegase a todo el horno para que la calcinación tuviera lugar de forma equitativa y homogénea. Respecto al horno de Aguilaníu cabe destacar la estructura a modo de tejado que aún se conserva levantaba sobre la cámara de combustión. Parece lógico pensar que su función sería la de proteger la hornada en periodos de lluvia, ya que ésta podía echar a perder el trabajo de varias semanas preparando la hornada, aunque por el contrario, resultaría bastante incómodo dicho tejadillo ya que dificultaría la salida del humo y calor pudiendo incluso incendiarse. La presencia de este tejadillo, junto con el tamaño, nos indica la importancia que debió tener este horno en el que posiblemente existiera una familia que dependiera de él, algo poco usual ya que este oficio era más bien secundario para completar los escasos ingresos familiares en época en la que la agricultura no exigía su trabajo realizándose en periodos de buen tiempo en los que la probabilidad de echar a perder la hornada era menor. En este último caso es muy probable que se encontraran los hornos de Aler, pequeños y sin tejado.



Esquema tipo de los hornos de Aler


Esquema tipo del horno de Aguilaníu

El oficio de calero era bastante duro y poco compensado, de ahí que también no fuera un oficio de exclusiva dedicatoria. Además de ofrecer un servicio para la construcción y demás usos que tenía este material, los caleros realizaban una función fundamental en el bosque limpiándolo de la maleza y monte bajo evitando así posibles incendios.

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